Excelencias de La Ley de Dios

¡Tú, Señor, eres todo lo que tengo!



Salmos 119:57-64

57 Mi porción es Jehová;
    He dicho que guardaré tus palabras.

58 Tu presencia supliqué de todo corazón;
Ten misericordia de mí según tu palabra.

59 Consideré mis caminos,
Y volví mis pies a tus testimonios.

60 Me apresuré y no me retardé
En guardar tus mandamientos.

61 Compañías de impíos me han rodeado,
Mas no me he olvidado de tu ley.

62 A medianoche me levanto para alabarte
Por tus justos juicios.

63 Compañero soy yo de todos los que te temen
Y guardan tus mandamientos.

64 De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra;
Enséñame tus estatutos.”

William MacDonald, hablando del versículo 57 dijo: “Si reconocemos el tesoro incomparable que tenemos en el Señor, este hecho debe animarnos a hacer voto de guardar Sus palabras. Él es el Todosuficiente.”

En unas versiones la palabra “porción” es traducida como herencia o posesión, y lo que el salmista quiere decir es que: ¿si tenemos a Dios, qué más podríamos necesitar?

La expresión hace referencia a la suficiencia que podemos hallar en Dios por Quién es Él. Es el dueño de todo, al creador de todo, el soberano sobre todos, el todopoderoso en todo, el omnisciente en todo conocimiento, el omnipresente en todo momento, el santo en excelencia, el bondadoso sin comparación, sabio en todo camino, justo en cada acto, fiel en sus caminos, eterno y grande como nadie.

Saber que Dios es quien es, y saber que está a nuestro lado, nos hace recordar que en Él hallamos identidad y suficiencia, y es por ello que el autor del salmo reconoce que, siendo Dios el Autor de Su Palabra, todo lo que venga de Dios por medio de la Biblia tiene un sello de confianza absoluta, por Su persona y deidad.

El en Libro de Job nos encontramos con un hombre, quien al inicio de su tribulación sabía un poco de Él, pero al final nos da una declaración que nos debe recordar que no hay razón para dudar o desconfiar del Señor.

Con los discípulos, cuando miraron que algunos seguidores de Jesús se apartaban porque Él enseñaba con autoridad, y al saber que eso había ofendido a los seguidores, ellos “murmuraban”, por lo que el Señor les llama la atención y les abre la invitación a seguirles a ellos, a lo cual Pedro responde: “¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn. 6:60-69).

En Dios podemos hallar las palabras dignas de ser guardadas (v. 57) porque ellas nos iluminan, nos enseñan, nos transforman. Por eso, cada día que vamos a la Biblia, debemos ir con la intención de presentarnos ante Él para escucharle (v. 58). Podemos por la lectura de la Biblia asegurarnos que vamos en el camino correcto o si nos hemos apartado, y volver a seguirle prontamente (v. 59, 60)

A pesar de que vivamos en medio de un mundo que no desea conocer Su voluntad, la persona de corazón puro siempre deseará saber y hacer la voluntad de Dios (v. 61). Cuando lee en las noches, o medita en ellas, alaba la guía de Dios (v. 62). Y andar con aquellos que temen y siguen a Dios es el deseo de todo piadoso de corazón (v. 63), porque cuando mira alrededor, por todos lados, solamente puede ver que detrás de todo esta el inmenso amor de Dios (v. 64).

Por eso el salmista sabía que todo lo que necesitaba, “su porción”, estaba en Dios.

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