Mateo 8:18-22; Lucas 9:57-62; 14:25-33
The Cost of Fulfilling the Great Commission
Introducción:
- Muchos que conocen de Cristo creen ser sinceros seguidores del Señor, pero no todos realmente pueden clamar ser discípulos.
- El seguir a Cristo requiere de tiempo, esfuerzo, recursos, sacrificios y más.
- El corazón del verdadero discípulo reconoce todo lo que ha hecho por seguir al Señor o no.
- Many who know of Christ believe to be sincere followers of the Lord, but not all of us can really claim to be disciples.
- Following Christ requires time, effort, resources, sacrifices, and more.
- The heart of the true disciple recognizes all that he has done to follow the Lord or not.
Idea Central:
El seguir a Jesús como Su discípulo es una decisión que demanda un costo, costo que no todos estamos dispuestos a pagar inicialmente, pero vale la pena tributar.
Following Jesus as His disciple is a decision that demands a cost, a cost that not all of us are willing to pay initially, but it is worth paying.
- CONSIDERACIONES TERRENALES DE SEGUIR A CRISTO.
Mateo 8:18-22
“18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.”
Lucas 9:57-62
“57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59 Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”
- El que sólo busca la gloria. Mt. 8.19-20; Lc. 9.57-58
- Los escribas eran maestros de la ley. Mr. 1.21-22
- Los escribas sólo ambicionaban honores. Mt. 23.5-11
- El escriba no consideraba las limitaciones. Mt. 18.22
- No va a haber comodidades.
- No va a haber buen descanso.
El primer hombre, escriba y experto en la Ley (Mateo 8:19), era impulsivo y tenía un concepto muy superficial de lo que era servir a Cristo. Pensaba en la gloria, pero no se daba cuenta de que tendría que sacrificarse y sufrir por la causa del Maestro. Carecía de espíritu de abnegación.[1]
- El que no quiere compromisos. Mt. 8.21; Lc. 9.59-60
- Tiene sus prioridades establecidas.
- Tiene sus prioridades confundidas.
- Jesús le aclara cuales deben ser sus prioridades.
El segundo ya era discípulo (Mateo 8:21), pero no tenía sentido de urgencia en su consagración. No debemos imaginarnos que su padre ya hubiese muerto, ni tampoco que estuviera a punto de morir. Es probable que el hombre haya querido decir: “Te seguiré después que mi padre haya fallecido.” La respuesta de Jesús parece indicar que los espiritualmente muertos se pueden dedicar a sepultar a los físicamente muertos. El creyente no debe permitir que nada ni nadie se interponga entre él y su Dios. Jesús había expresado este mismo principio cuando dijo: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37). La obra de Cristo es urgente; no debemos demorarla, ni permitir que otras cosas tengan prioridad en nuestra vida.[2]
- El que vive atado a las distracciones. Lc. 9.61-62
- Le ofrece seguir, pero mira hacia atrás.
- Jesús le pide que le siga sin mirar hacia atrás.
- Jesús le dice que esa distracción lo descalifica.
La palabra “apto” quiere decir idóneo o listo para el buen uso, y el que se distrae mirando a la vida no es apto para servirle en el reino.
El tercer hombre se caracterizaba por su distracción. La respuesta del Señor indica que era como el agricultor que mira atrás mientras arara, por lo que le salen torcidos los surcos. Dejaba que su mente divagara, pensando en los problemas a los que la gente tendría que enfrentarse debido a su ausencia. Quería servir a Cristo, pero también quería aferrarse a su vida vieja. La mente dividida y la distracción vuelven inservible al hombre. “No es apto para el reino de Dios.” Tampoco es apto el discípulo que es incapaz de separarse del mundo y de abandonar a sus viejos amigos mundanos que rechazan al Señor.[3]
- CONSIDERACIONES DIVINAS DE SEGUIR A CRISTO.
Lucas 14:25-33
“25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29 No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, 30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. 31 ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? 32 Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”
- Cristo debe ser sobre todas mis relaciones. Lc. 14.26
- Cristo debe ser sobre toda mi voluntad. Lc. 14.27
- Cristo debe ser primero sobre todo lo que soy y lo que tengo. Lc. 14.28-33
Antes de entrar en la última afirmación, Jesús hace una pausa para que ellos reconsideren bien todo lo que habían escuchado, puesto que lo que estaba por decir marcaba una decisión radical, una que revolucionaba todo pensamiento humano, todo deseo terrenal y todo sueño importante. Para seguir a Cristo uno debía sentarse y hacer un cálculo real para el llamado que estaba haciendo.