Estudio de Salmos

Jehová es tu guardador


Salmos 121:1-8

“Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.”

El Salmo 121 forma parte de 15 salmos conocidos como ‘cánticos graduales’, acreditados así por la inscripción que tienen ellos en sus títulos (Sal 120 – 134). Ese significado no es del todo claro, pero la mayoría de los estudiosos aceptan la posibilidad que estos cantos eran entonados por los peregrinos que viajaban tres veces al año a la ciudad de Jerusalén para celebrar las fiestas más importantes del calendario judío: 1) La Pascua o el de los panes sin levadura, 2) Pentecostés o la fiesta de los primeros frutos de la cosecha, y 3) la Fiesta de los Tabernáculos o del fin de la cosecha (Éx 23:14-19; 34:18-26; Dt 16:1-17).

Los peregrinos subían del valle a la ciudad de Jerusalén, la misma que se encontraba asentada en una colina, por eso también se los llama ‘cantos de acenso’. Durante el viaje hacia la santa ciudad, los creyentes subían cantando estos salmos en señal de adoración, mientras se preparaban para celebrar la fiesta religiosa.

El salmista miraba hacia los montes para buscar ayuda (v. 1); lo más probable es que miraba hacia donde se halla Jerusalén y el templo, donde se hallaba la presencia de Dios, quien era el creador de “los cielos y la tierra”, y en Él se encontraba su “socorro” (v. 2). ¿Hacia dónde miramos nosotros cuando nos encontramos desamparados? Dios es nuestro ayudador. La palabra “resbaladero” tiene su origen en una palabra

hebrea que significa además caer, conmover, quebrantar, temblar, titubear. Dios no permitirá por descuido que su pueblo sea conmovido. El Señor “guarda” a los suyos. Nada de lo que pase en nuestras vidas lo tomará por desapercibido (v. 3, 4), y todo lo que pase está bajo Su providencia.

Como lugar de protección, Dios nos cuidará de día y de noche en cada uno de nuestros peligros. Tan cercano está Dios de los suyos, como cercana está la sombra de nuestra “mano” (v. 5, 6). Dios es nuestro protector.

El Señor ha estado siempre con nosotros, y lo seguirá haciendo por “siempre” (v. 8). Dios guarda como “depósito” seguro nuestra fe con gran poder (2 Ti 1:12). Nada ni nadie nos “puede arrebatar” de Sus “manos” (Jn 10:28, 29), ni en lo “presente”, ni en lo “futuro” (Ro 8:38, 39). Y mientras que seamos salvos por la fe en Cristo, el mismo Señor estará con nosotros “todos los días” (Mt 28:20), hasta que nos lleve a Su presencia (Jn 14:1-3; 1 Ts 4:13-18). Dios es nuestro preservador (v. 7).

«Dios es nuestro socorro, Quien guarda, protege y preserva nuestra alma en la tierra hasta que lleguemos a Su presencia»

Salmos 27:14

“Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.”



Deja un comentario