Mateo 16:13-20
“13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”
Mesías es el título dado a Jesús y es la transliteración del vocablo hebreo mashiakh (o sea, ungido) que en la LXX se traduce jristós (en griego, ungido, por ejemplo, Lv 4:5; 1 S 24:11; Is 45:1). En tiempos bíblicos se ungía al rey, al sacerdote y al profeta, y de ahí el término «ungido» se llegó a usar para mostrar que Dios había designado a una persona para algún trabajo especial (por ejemplo: Saúl, 1 S 10:1; David, 1 S 16:13; Eliseo, 1 R 19:15s; y Ciro, Is 45:1). La designación destacaba el hecho de que Dios actuaba a través del electo para la → Unción.[1]
El Mesías En El Antiguo Testamento
Si bien al principio se solía ungir a los sacerdotes, profetas y reyes, pronto la palabra Mesías fue adquiriendo otras dimensiones que trascendían la misión de dichos personajes. Con base en 2 S 7:12–16 y habiéndose visto el próspero reinado de David, y luego la decadencia bajo el gobierno de sus hijos, se esperaba la venida de un rey que tuviese su trono «para siempre», el cual volvería a traer paz y prosperidad al pueblo.[2]
El Mesías En El Nuevo Testamento
Los diversos conceptos en cuanto al Mesías estuvieron en continua interacción; cuando Jesús aparece y comienzan a llamarlo Mesías, tiene ante sí el resultado de una mezcla de conceptos en la que predomina el del Mesías político.
Repetidas veces se ha afirmado que Jesús no tenía conciencia de que Él fuese el Mesías y que este título se lo adjudicaron sus discípulos después de su muerte. Esta afirmación se debe a la reserva con que Jesús recibe el título de Mesías. A través de los Evangelios Sinópticos solo hay tres ocasiones en las que conscientemente se le da el título de Mesías (Mc 8:29; 14:61; 15:2), y en los tres pasajes se ve que, si bien no lo rechaza, tampoco lo adopta para su uso común. No lo hace, sin embargo, por no tener el derecho de usarlo, sino debido a la connotación política y vengativa que encerraba dicha distinción. Jesús prefiere llamarse el → Hijo del Hombre, que es también un título mesiánico, ya que Él es el → Siervo sufriente (Mc 8:31; y 10:43–45). Tenía plena conciencia de su mesianismo, y por ello toma el nombre de una de las figuras esperadas por los judíos que se adaptaba más al papel que representaría en la pasión.
Lo paradójico fue que Jesús, quien durante su ministerio manifiesta bastante reserva para usar el título de Mesías, legalmente es condenado por ser el Mesías (Jn 19:19).
Los apóstoles comenzaron a dar el título de Mesías a Jesús para mostrar a los judíos que el Mesías esperado ya había venido. En Hch 2:36, por ejemplo, no se menciona la resurrección, sino más bien se acepta que el hombre de Nazaret fue declarado Mesías por sus obras y por la profecía cumplida por Él en su ministerio.
Para los cristianos primitivos lo que más destacaba a Jesús como el Mesías no era su actuación como rey (Mt 21:1–11), sino su actuación como persona poseída por el Espíritu Santo (Lc 4:18). Entre el Espíritu Santo y el Mesías hay una íntima comunión.[3]
Compárese Mateo 26:57-68
[1] Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (1998). En Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Editorial Caribe.
[2] Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (1998). En Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Editorial Caribe.
[3] Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (1998). En Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Editorial Caribe.