Excelencias de La Ley de Dios

Desfallece mi alma por tu salvación



Salmos 119:81-88

81 Desfallece mi alma por tu salvación,
Mas espero en tu palabra.
82 Desfallecieron mis ojos por tu palabra,
Diciendo: ¿Cuándo me consolarás?
83 Porque estoy como el odre al humo;
Pero no he olvidado tus estatutos.
84 ¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?
85 Los soberbios me han cavado hoyos;
Mas no proceden según tu ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad;
Sin causa me persiguen; ayúdame.
87 Casi me han echado por tierra,
Pero no he dejado tus mandamientos.
88 Vivifícame conforme a tu misericordia,
Y guardaré los testimonios de tu boca.”

Los problemas en la vida se presentan de diferente manera… muchas veces hay pruebas que pasamos para crecer, otras veces somos víctimas de la maldad de otros, y en algunos casos, pagamos las consecuencias de nuestros pecados y recibimos la paga de nuestra maldad. Para el profeta Habacuc, lo que vivió fue el resultado del pecado del pueblo de Israel, pero también enfrentó el castigo de Dios mediante la mano de un pueblo pagano que haría más daño en la vida de la nación.

Jerusalén había pecado contra Dios, y a casusa de ello, Habacuc clama a Dios en su desesperación al ver cuan malos eran las obras de ellos en contra de Dios (Hab. 1); el Señor le responde que sí había visto su maldad, y que los castigaría con la nación de Babilonia, unos paganos muy malos que harían mucho daño a la nación de Judá.

Pero ahora venía la siguiente inquietud por parte de Habacuc: ¿Por qué el Señor enviaría a una nación más perversa para castigar a Judá? A lo que el Señor le responde que lo hará como instrumento de humillación, pero con el propósito de restaurar la vida espiritual de Su pueblo. Pero el Señor también le responde que a Babilonia le castigaría también, y que ese es el ciclo de la vida lamentablemente. El hombre había caído en un ciclo de maldad que afectaba a otros (Hab. 2).

El capítulo 3 de este apasionante libro nos habla de la esperanza que Habacuc encontró en la Palabra de Dios, quien le había dicho que el final de toda esta historia era de la restauración de Israel, la gloria del reino y el retorno del Rey de Reyes, por lo que Habacuc hace un canto de esperanza (Hab. 3).

El versículo 81 de este pasaje hace mención de un canto de esperanza, esperando en la Palabra dada de Dios la salvación. El alma del salmista desfallecía en medio de la angustia, pero buscaba consuelo en Dios, y ese consuelo es encontraba en Su Palabra.

El quería ser consolado en la Palabra, y por eso la buscaba desesperadamente (v. 82). Cuando una persona necesita consuelo, no puede hallar mejor consuelo que pasar tiempo en la Biblia. En el versículo 83 miramos la condición en la que se encontraba el Salmista, una condición de oscuridad y angustia, donde su alma estaba pasando tiempos muy difíciles, pero que el recordar la Palabra de Dios le traía apoyo a enfrentar esos tiempos.

Cuando mira a su vida, y cuando enfrenta problemas, hacia donde busca consuelo. Muchos lo hacen en la oración, y la verdad es que es buena, pero la Palabra de Dios nos habla al corazón, y al escuchar al Señor es donde nuestro espíritu es confortado, y en sus promesas alentado.

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