Excelencias de La Ley de Dios

Venga a mí tu misericordia… tu salvación.


Salmos 119:41-48

“Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. 42 Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado. 43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero. 44 Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente. 45 Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos. 46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, Y no me avergonzaré; 47 Y me regocijaré en tus mandamientos, Los cuales he amado. 48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos.” El rey Ezequías se encontraba en gran angustia, Senaquerib rey de asiria había subido para conquistar la tierra de Samaria y de Judá (1 R. 18). En ese tiempo, Senaquerib tenía el ejército mas poderos de la tierra, y quería destruir todas las ciudades de Judá para sí. En su soberbia, él manda una comitiva para hablar con Ezequías, quien con gran temor se acercó a Dios para buscar su ayuda, y por medio del profeta Isaías, Dios le manda a decir que no se preocupe, porque al otro día no vería ninguno de los enemigos en el campamento. Esa noche Dios envió a un ángel y mató a todo el ejército, librando al pueblo de su gran angustia. Ezequías buscó en la misericordia de Dios la salvación del pueblo, y en su confianza no fue avergonzado (1 R. 19). El salmista también implora aquí la misericordia de Dios buscando que lo salve de la angustia, y declara con fe que Dios es capaz de librarlo de todo ello y que la obra salvadora del Señor traería vergüenza a sus enemigos.

Deja un comentario